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Introducción

La sabiduría gnóstica ha estado presente en todas las culturas del mundo, cuando estas florecieron esplendorosamente; entonces la sabid...

domingo, 21 de octubre de 2018

Iconografía de Tlaloc

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“...era la efigie de un espantable monstruo, la cara muy fea a manera de sierpe con unos colmillos muy grandes, muy encendida y colorada, a manera de fuego”. Fray Diego Durán (publicado en 1880).
La forma de representar a Tláloc en los códices es muy significativa, ya que cada símbolo es una forma de instruir al discípulo, de llamar la atención sobre ciertos aspectos del trabajo interior, nos muestra con sus símbolos el camino interior o esotérico.
Dentro del abundante panteón mesoamericano, ninguna otra deidad tuvo rasgos iconográficos tan característicos como Tláloc. Las facciones de su rostro o máscara parecen apegarse, con sus debidas variaciones, a un estereotipo ampliamente difundido en sentido geográfico y cronológico; los círculos o anteojeras, la nariz trenzada, la bigotera y los colmillos fueron sus atributos más comunes.

Introducción


La sabiduría gnóstica ha estado presente en todas las culturas del mundo, cuando estas florecieron esplendorosamente; entonces la sabiduría y el amor estaban encarnados en el corazón del ser humano. Fueron estas épocas, cuando la ciencia, el arte, la filosofía y la mística, estaban hermanadas en un solo conocimiento, la gnosis. Momentos aquellos en que estábamos en armonía con la naturaleza y el universo, acordes con las leyes cósmicas y se rendía culto a los seres divinales.
Estábamos plenamente conscientes que las fuerzas de la naturaleza no son ciegas, nos dábamos cuenta que la lluvia, el trueno, el rayo, el río, los océanos, los manantiales, las lagunas, etc., tenían vida, alma, principios inteligentes y los quisimos alegorizar de alguna forma, y a toda esa alma de la naturaleza contenida en el agua, le llamamos Tláloc.
Es claro que nuestros antepasados no adoraban ídolos, las representaciones artísticas que se plasmaron físicamente, eran para recordarnos que, dentro de nosotros mismos, y en la naturaleza, existen fuerzas trascendentales, leyes, seres divinales y criaturas inocentes, quizás intangibles para los sentidos, pero reales para los ojos del alma.
Cada grabado contiene grandes revelaciones, es un verdadero llamado a la conciencia, a seguir el camino de la auto realización, a respetar lo sagrado que existe fuera y dentro de nosotros.