La sabiduría
gnóstica ha estado presente en todas las culturas del mundo, cuando estas
florecieron esplendorosamente; entonces la sabiduría y el amor estaban
encarnados en el corazón del ser humano. Fueron estas épocas, cuando la
ciencia, el arte, la filosofía y la mística, estaban hermanadas en un solo
conocimiento, la gnosis. Momentos aquellos en que estábamos en armonía con la
naturaleza y el universo, acordes con las leyes cósmicas y se rendía culto a
los seres divinales.
Estábamos
plenamente conscientes que las fuerzas de la naturaleza no son ciegas, nos
dábamos cuenta que la lluvia, el trueno, el rayo, el río, los océanos, los
manantiales, las lagunas, etc., tenían vida, alma, principios inteligentes y
los quisimos alegorizar de alguna forma, y a toda esa alma de la naturaleza
contenida en el agua, le llamamos Tláloc.
Es claro que
nuestros antepasados no adoraban ídolos, las representaciones artísticas que se
plasmaron físicamente, eran para recordarnos que, dentro de nosotros mismos, y
en la naturaleza, existen fuerzas trascendentales, leyes, seres divinales y
criaturas inocentes, quizás intangibles para los sentidos, pero reales para los
ojos del alma.
Cada
grabado contiene grandes revelaciones, es un verdadero llamado a la conciencia,
a seguir el camino de la auto realización, a respetar lo sagrado que existe
fuera y dentro de nosotros.
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